LA VIDA EXAGERADA DE BRANDOLERO V
V
- Vente al “París Personal” pesweon- le dije a Brandolero
- Pero no tengo plata- me respondió como si no estuviera interesado en salir
- ¿Pucha tan rápido te has gastado lo de tu semana?
- El dinero en mi mano se esfuma, es algo extraño.
- Nada que extraño no sabes administrar tu dinero. Ya, ya ven yo te invitare a comer. Estoy solo y acá hay puro vejestorio me siento raro, necesito que venga, pero ya.
- Ya esta bien, pero por donde queda exactamente
- Acá en Miraflores, por la calle de las pizzas, solo pregunta por “París Personal” y de hecho te van a decir dónde queda, es un lugar solo para bohemios, me gusta venir para disfrutar de un buen libro y de mi soledad, pero hoy me siento raro-como te decía- no quiero estar solo y eres la única persona que se me ocurrió llamar.
- ¿Yo? Pucha pero tu me matas en Literatura.
- Algo sabrás, además, acá fumaremos y tomaremos un buen trago después de tiempo los dos y además acá preparan un bife de carne en vino muy bueno. No tengo mucho dinero compartiremos del mismo plato, esta caro, además uno puede darse estos gustos una vez al mes, eso es cuando sabes administara bien tu gita.
- Ya, no me saques en cara que soy un irresponsable.
- Apúrate, ¡Ah! Y traime por favor el libro de Fernando Ampuero que está en mi escritorio.
- ¿Cuál de todos?
- El que estaba leyendo ayer
- ¿Uno viejo?
- Si se llama Miraflores Melody
- Está bien, ya nos vemos.
Esperaría a Brandolero llegar y desentonaría con la vestimenta de todos los presentes, pues él era extravagante, hasta a veces huachafo, en cambio aquí todos estábamos elegantes, con un jean y un saco, esa era la vestimenta típica en este lugar, el que entraba de manera distinta era un cosmopolita cualquiera, podría ser cualquier cosa menos un escritor, pero yo no concordaba en eso, puesto que conocía un escritor que escribía de la putamare y era hippy. Pero Brandolero no escribía ni mensajes de texto por flojera, apenas y sabía expresarse por el Messenger y además iba a venir vestido como un cualquiera. Pucha ¿Qué roche no? Déjate de tonterías –pensé- no tenía por qué hacer hígado de una simple huevada, el escritor no se hace por la vestimenta, quien sabe si Brandolero lleva dentro un espíritu de los mil demonios para escribir, uno nunca sabe. Asi como yo tampoco podía saber si lo mío era cien por ciento ser escritor, pues podía ser que llevara dentro un rapero o un boxeador.
Acá al “París Personal” venía gente distinguidísima, si tenías suerte te podrías encontrar con Vargas Llosa, pero muy generalmente, especialmente los fines de cada mes veía a la Mafia Literaria sentada en una de esas mesas caras. Fernando Ampuero, Ivan Thays, Alonso Cueto, Jorge Eduardo Benavides. Por eso es que había mandado a traer “Miraflores Melody” porque tenía la leve sospecha de que hoy vendría Ampuero y quería que me firme el libro.
Esperé como media hora, estaba desesperado, pues estaba ocupando una mesa y no había pedido nada más que un cigarrillo. ¿A qué hora vendrá el condenado este? No podía llamarlo porque no tenía celular, enantes conversé con él porque le llamé al teléfono de la casa, no podía ser posible que se demorara tanto, si yo vivía en el mismo corazón de Miraflores, no estábamos muy lejos. Como a diez minutos en micro.
En el momento más inesperado se apareció como un supremo señor, es decir como dos supremos señores, dos de mis autores favoritos contemporáneos peruanos, los dos llevaban canas en la cabeza y en la barba y venían oliendo a perfume caro. Alonso Cueto en compañía de Fernando Ampuero. Maldita sea, no puede ser que se demore tanto Brandolero. Ampuero saludo a algunos de los concurridos y creo que ni cuenta se dio de que yo estaba ahí, con la colilla de un cigarro, esperando a un muchacho torpe y extravagante. ¿Acaso Ampuero sabía que yo estaba leyendo Miraflores Melody? Como podría saberlo si no tenía ese libro en mis manos.
Paso una hora y media, no miento, hora y media y ya de pura vergüenza tuve que pedir una cerveza negra y unos piqueos para ir comiendo, mientras esperaba al irresponsable de Brandolero, me sentía más raro aún, todos leían si estaban solos o conversaban si estaban acompañados. Me sentía el personaje de uno de los cuentos de Ampuero, un bicho raro. Al parecer Alonso y Fernando solo habían venido a dialogar sobre algún proyecto literario, puesto que ya estaban pagando la cuenta y eso era señales de que ya estaban por irse.
Alonso Cueto se paró, pensé que ya se iban, y se dirigió al baño, dejando a Ampuero solo por un rato. Fue ahí donde llego Brandolero, de lo más calmado.
- Pucha, perdón, me perdí, no sabía donde quedaba – me dijo
- (Yo sabía que el desgraciado mentía, seguro se había quedado prendido jugando el último juego del play que había comprado hace poco para jugarlo en mis ratos libres) ¿El libro?– le pregunté ofuscado
- Tranquilo acá está.
- (Despacito le dije, para no armar escándalo) ¿Qué mierda has hecho con mi libro? (Estaba con las puntitas dobladas y con la portada rayada)
- Haber…
- Nada que haber, mierda- se lo dije lo más despacio posible- sabes que mis libros son sagrado yo los cuido más que mi play, que mi laptop, que mi…no sé mejor que cualquier huevada que tenga en la casa.
- Perdón
- Ya, ya ven conmigo vamos a que me firme el libro Ampuero
- Ampue ¿Qué?
- Nada camina nomás.
Ampuero estaba sentado, escribiendo algo en un papel, creo que era inoportuno interrumpirlo, pero bueno en fin, no podía dejar pasar una oportunidad como esta, era la primera vez que Ampuero me iría a firmar uno de sus libros originales.
Ya Brandolero, por haber llegado tarde hazme ese favor anda haz que me firme este libro. Que ponga en la dedicatoria. Para Ajotaerre. ¿Tanto temor te da ese pobre tío? No es temor si no que no quiero sentirme intimidado mientras hablo con él, se me trabarían las palabras. Ya dame el libro. Brandolero se fue decidido, con “Miraflores Melody” en mano.
- Disculpe- interrumpió Brandolero acomodándose la cabellera que cubría gran parte de su rostro.
- Este perdón, no deseo nada más, la cuenta ya la pago Alonso Cueto y ahora le toca darte la propina a él. Si todavía no te la ha dado pídesela a él. Gracias.
Escuché la conversación y antes de reírme me vi atrapado por los nervios y me decidí a intervenir.
- Perdón, mi amigo no es ningún mozo, creo que yo tengo la culpa de todo esto, si no fuera por mi temor de conversar con usted, pues simplemente quiero que me firme este su libro.
- Haberlo dicho antes… Perdónenme. Tan jóvenes ustedes. ¿Ya han escrito algo?
- Sí –dije
- ¿Y tú amigo?
- También
- ¿Y qué escriben?
- Cuentos
- Mira, mi estilo, cuentos, un estilo que a pesar de que es corto es muy difícil, hay que ser muy bueno para ser reconocido, mira que hay tantos cuentistas.
- Es usted uno de mis favoritos-repuse
- ¿Y cuáles son sus autores favoritos?
- Los míos son Benedetti, Cortázar y Sábato.
- ¿Y el tuyo?- preguntó Ampuero señalándolo a Brandolero con un dedo.
- ¿Mío? Bueno los mismos que los de él. Son mis preferidos.
- Bueno ya sé que estás leyendo tú ahora, pero tú muchachito también lees mucho o solo escribes.
- Este si también leo mucho –respondió Brandolero
- Si en verdad los dos somos unos devoradores de libros- dije sacando pecho falso por Brandolero (Él que iba a leer, ni mucho menos escribir, o escribir bien como se dice, si lo único que hacía era entregarse a un mundo lleno de vicios, si yo fuera él tendría mucho por escribir, pues ese mundo de los vicios es tan complejo –pensé antes de intervenir) A él le encanta Julio Cortázar
- Exacto- dijo Brandolero, me fascina…
- Cortázar- le ayude yo
- Cortázar, ¡bueno ah!, yo tengo toda mi biblioteca rellena de libros de ese autor, es un experto…
- (El condenado de Brandolero no mentía pues Cortázar en realidad era un maestro, un ducho en el arte de escribir) Yo también he leído mucho a Cortázar, pero no tanto como mi amigo, yo soy más Benedettiano.
- Qué bueno ¿Y viven juntos?
- Sí- dijo apuradamente Brandolero-
- ¿Pero tienen cuartos separados?
- Sí- volvió a intervenir Brandolero
- Eso es muy importante, porque cada uno tiene su espacio para escribir – dijo Ampuero
- ¿Y cuál es el último libro que acaban de leer?
(Me sorprendía que Ampuero nos tratara como a cualquier peatón, no era un escritor altanero que se cree solo por que posee elite en la sociedad)
- Bueno yo, he terminado de leer “Para una tumba sin nombre” de Onetti- dije.
- Muy bueno ese libro eh, muy bueno
- Si magistral, pero “El juntacadaveres” es mucho más bueno.
- Obviamente muchacho (Me miró de soslayo y luego lo miro fijamente a Brandolero, creo que no se tragaba todavía el cuento de que ese fulanito escribía) ¿Y tú?
- ¿Yo qué? – dijo Brandolero
- Tu, pues, ¿Cuál es lo último que has leído? Seguro que algo de Cortázar
- Exacto, es una obra muy conocida – dijo
- ¿Cuál?
- (Brandolero se acordó de que en el colegio le habían dado miles de veces a leer una obra llamada “Ensayo sobre la ceguera” no sabía con certeza de que el autor era Cortázar pero tenía una leve sospecha) Ensayo sobre la ceguera
- ¿Ah? – respondió aturdido Ampuero
Y en eso vino Alonso Cueto y le hizo señas con la mano por que ya era hora de la partida. Ampuero me pidió el “Miraflores Melody”
- ¿Cómo te llamas? – me objetó
- Edward- le respondí
Escribió en el libro para Edward de Ampuero. Nada más. Yo pensé que iba a escribir algo más debido a la conversación corta que habíamos tenido
- Chau muchachos nos dijo- mientras se iba- ¡Ah! Y no me traten de tomar como un payaso, al fin y al cabo los payasos resultan siendo ustedes. Adiós.
- ¿Qué? ¿Nos ha dicho payasos? Qué pasa tío de M (Apresurado le tape la boca antes que lanzara una lisura bulgar, pues en ese ambiente decir lisuras bulgares era un pecado literario, pero decir lisuras cultas era otra cosa)
Ampuero se fue, desapareció de nuestras vistas en un instante al costado de Alonso Cueto, junto con las miradas de los que estaban en el “París Personal”. Yo me sentí a morir, muy decepcionado como escritor y lector literario.
Ni ganas me dieron de comer, pagué la cuenta y salimos del restaurante. Brandolero permaneció callado
- No te pases, como vas a decir que “Ensayo sobre la Ceguera” es de Cortázar- interrumpí mientras caminábamos
- En verdad yo pensaba que ese tipo era el autor de esa obra, o por lo menos lo sospechaba, pero no hagas hígado, al fin y al cabo ¿Obtuviste lo que querías o no? Te firmaron tu libro mírale el lado positivo compare, pero lo que es yo, nunca le pediría un autógrafo a un pata que me dice payaso, y más si es un tío canoso.
- Bueno, está bien, tienes razón ya no voy a renegar.
- Muy bien. Volvamos a casa y compremos algo para comer que tengo hambre Brother.
Fuimos al “Bembos” a comprar el pack de hamburguesas criollas. Estuvimos comiendo en el camino acompañado de una 7up que compramos en una bodega de un chino amargado. Miraflores de noche era un espectáculo psicodélico de gente triste y alegre.
- Una pregunta- le dije mientras terminábamos de comer los últimos pedazos de nuestras hamburguesas.
- ¿Qué hay?
- ¿En qué colegio estudiaste?
- (Me miro extrañado) En el San Antonio de Huamanga pues, ya no te acuerdas
- Ah, con razón, ya veo de donde salió el “Ensayo sobre la ceguera” de Cortázar
- Jaja payaso
- ¿Eso es lo que somos no? Simples payasos – le respondí
- Claro si así lo dijo Ampue… no se qué, no podemos negarlo ¿no?
Y ahora caminamos los dos con una leve sonrisa en la cara, como todos buenos payasos.
Simplemente hay que reírse…
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