MONOLOGO DE UN HOMBRE MUERTO
Acabo de morir hace menos de una semana en las instancias siguientes: Estaba solo en mi cuarto, con las luces apagadas, tenía entre manos una pistola calibre 22. No pensaba matarme, más bien pensaba matar a alguien. Fue entonces cuando decidí salir a la búsqueda de la víctima. Hace poco había descubierto que mi esposa me era infiel, ella descansaba en el otro cuarto con mi hija, las dos estaban en una tranquilidad contagiante, pero tenía que hacerlo, no podía aceptar que una mujer me sea infiel, todo buen hombre sabe donde tiene los miembros puestos y para ser exactos yo si sabia donde los tenia, yo era el general de la casa, el sustento de la familia, el hombre que llegaba exhausto a casa y pese a todo problema tenía que ser cariñoso con su sangre, con su fruta madura. Era de madrugada, recuerdo, camine cavilosos y silenciosamente hasta el cuarto donde se hallaba la susodicha. Las mire –primero- de lejos y me fui asomando con parsimonia y sutileza. Todo era negro. Encendí una pequeña linterna y apunte hacia otro lado que no fuera el de ellas. Me apunte en la cara y comencé a pensar. Después de todo si merecía morirse. Así que le quite el seguro al arma y adelante mis pasos, las fui alumbrando brevemente, no pensé en nada en ese momento, era un simple vesánico furibundo que se acordaba de aquellas fotos de su esposa besándose con otro tipo en la calle vieja de Surco. Por unos instantes se me vino a la mente también matar a mi hija, porque si ella vivía iba a ser un testigo – aunque sea a sus dos años- de aquel casi seguro asesinato. Pero me entro la nostalgia – no era tan malo como pensaba. Me acerqué despacito y como hormiga la cargue, sin luz, comencé a caminar zigzagueante hasta llevarla al otro cuarto. La deje en la cama, la tape, no quería que le dé un resfriado –pensé satíricamente. Luego volví al escenario donde iría a cometer el crimen. La mire, ni sus ojos lindos me dieron tristeza. Mi alegría había languidecido, se había ido a la lontananza, escondida en cualquier recoveco de la casa, menos en mi cuerpo. Asome el arma a su cuerpo. Pero algo estropeo la escena perfecta. Mi hija comenzó a llorar. Entonces mi esposa se levantó. Me vio con la pistola en la mano. Se asustó. Yo también me asuste. Me asuste demasiado, le temí por primera vez a matar a alguien, tantas veces había matados a los enemigos en la guerra. Y ahora era un gallina acobardada. La mire rápidamente a los ojos, le dije maldita y me dispare un tiro en el pecho. Caí al suelo, muerte instantánea prácticamente. Ella se levanto un poco atónita por el ruido de la bala, me vio desangrándome en el suelo, no supo qué hacer y me dejo morir. Mil veces maldita.
Aquí en el infierno no se la pasa bien, es mas todo es horrible, los cuerpos arden, la gente más mala es condenada a grandes torturas, todos gritan y gimen de dolor. A mí me toca mi flagelación de acá a una hora. Estoy asustado, porque es la primera vez que pasare a visitar al mismísimo Lucifer. Antes solo era sometido a quemaduras y azotes por algunos demonios con colas y cuernos. Aquí, también, a menudo se ven volar dragones y cuentan algunos que cuando vez en este cielo plomizo y desgastado algún dragón con cola brillante pasar fugazmente por el cielo, puedes pedir un deseo, como por ejemplo, que hoy no te flagelen, o que hoy no te quemen una parte más del cuerpo, o que no tengas que trabajar arduamente para que te den una mísera porción de comida horripilante. Aquí cada uno busca su comida. Hay gente que muere de inanición. Con esto quiero decir y comprobar que si existe muerte después de la muerte. O si quieren les doy un ejemplo más cercano, puedo ser yo.
Aquí también residen médicos malvados, y hace poco saque cita con alguno de ellos mientras disfrutaban su muy corto periodo de rato libre, a cambio tuve que trabajar para el por un mes. Tenía unas dolencias en el pecho, producto de que nunca me sacaron la bala del cuerpo. El médico me dijo que cuando terminara mi trabajo para él me daría los resultados y justo hoy, sí, hoy se cumplió la fecha pactada y acabo de abrir el sobre negro y viejo donde esta mis resultados y dice lo siguiente: Usted padece de cáncer a la piel, producto de una infección generalizada por no haberse sacado la bala del cuerpo con anticipación. Posdata. Solo le queda una semana de vida. Eso quiere decir que muy pronto, para ser exactos, dentro de siete días moriré. Pero aquí también en el infierno al menos se puede guardar una mínima esperanza. Y mi esperanza es que a veces hay médicos que se equivocan en el lapso de vida que le queda a su paciente, pero en lo que si no se equivocan es en que el paciente tiene que morir si o si, sea pronto o sea no muy lejos. Entonces , moriré, ese es mi destino. Pero que vendrá después de esta muerte. Algo peor, algo mucho peor, puedo imaginarme. Aquí en el infierno se cometen pecados por doquier. Hay corrupción, prostitución, drogadicción, etcétera, pese al sufrimiento que ya se padece de por sí. Es el infierno ¿no? O acaso creían que el infierno no existía o que era algo poco probable. Simplemente atino a reírme en sus caras. Por esto y por muchas razones mas dejo dicho lo siguiente antes de morir. Sean buenos en su primera vida, que es la de la tierra y nunca se suiciden y se suicidan dejen encargado que les quiten la bala después de muertos, no vaya a ser que se mueran otra vez. Pero lo que es yo ni bien llegando a mi segunda muerte me extraeré la bala, porque no quiero volver a morirme otra vez. Asi muerte tras muerte queda confirmado que existe muerte después de la muerte, pero ¡Ojo!, y a esto si pongan mucho énfasis, esto solo puede ocurrir en el infierno.
Palabras inmortales de EAAA. Si alguna vez llego al infierno te mandare una postal.
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