LA MINA DE LOS CABELLOS TRISTES
Ágilmente divagaba por las oficinas de redacción. Particularmente nada me atraía de ella pero sin duda alguna tenía un nosequé que dejaba impresionados a los tantos jóvenes como yo empezaban a trabajar. Era risueña y con el tiempo llegamos a tararear su nombre en los paseos por las plazas, en el transporte, en la ducha, en los sueños y no falto el que también la recordó en sus fantasías. Esa tarde soñada ella me esperaba con un sastre negro, encajado en su magistral figura. Esa tarde soñada ella me esperaba risueña como siempre más ágil que nunca y se materializó en los lugares donde la había tarareado y muy paciente se disolvió entre las fantasías ardientes de mis manos. Esa tarde soñada sus cabellos no brillaban oro como siempre, esa tarde se opacaron, esa tarde se hizo vieja, señora, qué no hubiera aprendido a escribir con usted.
Estilo antologico como lo esperaba... como todo buen chajeño o chajino
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