Perdone la contradicción señor Benedetti, se que usted construyo ese infinidad de poemas para su compañera eterna, yo construyo prosas para una compañera casi invisible, que ya ni me siente.
La piedad fue su forma de nuevo amor. La mía ahora es la del cuestionamiento. Cuestionarme si usted me merece y más aun si yo le merezco. Cuestionarme si esta canción es verdaderamente para alguien que tiene una prodigiosa o al menos buena voz para entonarla. Cuestionarme si la beldad es la que verdaderamente usted me muestra por dentro. Cuestionarme si usted es verdadera conmigo. Cuestionarme si la vida debe seguir un rumbo lleno de incertidumbres.
Canción del que si canta, del que ha llevado a los limites la casa de un quinto piso, del que ha sabido desgastar la vida junto a su amada, pero ella se esfuma, sufre del mismo mal que padeció su dama señor Mario, yo sufro con ella su sombrías apariciones, yo sufro con ella sus desapariciones, yo sufro con ella su alzhéimer y olvido total de las cosas.
Ella dice quererme sin necesitarme. En este caso puede darse tal acotación. Yo la necesito y no simplemente la quiero. Quizás olvide esto de acá a pocos años, estoy seguro que como ella se olvido de mi yo también terminare en lo mismo. Así como a ella se le murió el amor, a mí se me ira evaporando el desamor. Aun la amare, porque es un recuerdo, y la esencia está ahí, en el viento, que lo que fue, nunca volverá a ser. Una sonrisa.
Sonido de luciérnagas que cantan en lo oscuro
El olvido y la fragancia en la mesa
Un cuarto con cuatro muros
Nada, nada para dejar tu olor
Enciendes muy bien el desamor
NO, Con caricias no vale, amor