Poder de infancia
¡Que lo fusilen! ¡Que lo maten! ¡ Que fusilen inmediatamente a ese canalla!, gritaba una multitud de hombres y mujeres que conducia; maniatado a un hombre alto y erguido.Este avanzaba con paso firme y la cabeza alta. Su hermoso rostro viril expresaba desprecio e ira hacia la gente que lo rodeaba.Era uno de los que , durante la guerra civil, luchaban del lado de las autoridades.Acababan de prenderlo y lo ivan a ejecutar.
-"Si ha llegado la hora de morir, morire.Por lo visto, tiene que ser asi",pensaba el hombre; y, encogiendose de hombros sonreia friamente en respuesa a los gritos de la multitud . . .
De pronto en un momento de calma, se oyo una vocecita infantil entre las ultimas filas de la multitud.
!Papà, papà!, gritaba un chiquillo de seis años, llorando a lagrima viva.
El niño se fue abriendo paso hasta que logro llegar junto a su padre, y se abrazò a el.
¿Por què has salido de la casa?-pregunto el padre- ¿sabes lo que vas hacer?
¿Què?
¿Sabes quièn es Catalina?
¿La vecina? ¡Claro!
-Bueno pues ... ve a su casa y quedate ahì . . .
hasta que yo... hasta que yo vuelva.
-No, no irè sin ti, exclamò el niño, echàndose a llorar.
¿Por què?
- Te van a matar.
EL reo se acercò al hombre que dirigìa a la multitud.
-Escuchè, màteme como quiere y donde le plazaca, pero no lo haga delante de èl- exclamò indicando al niño-. Desàtame por un momento y còjame del brazo para que pueda decirle que estamos paseando, que es usted mi amigo. Asì se marcharà
El cabecilla accediò.Entonces, el reo cogiò al niño en brazos y le dijo:
Sè bueno y ve a casa de Catalina.
¿Y què vas hacer tù?
ya ves, estoy passeando con este amigo, vamos a dar una vuelta, luego irè a casa.
¿ De veras?
El pequeño obedeciò. Una mujer lo sacò fuera de la multitud.
En aquel momento, sucediò algo incomprensible e inesperado. Un mismo sentimiento invadiò a todos los que momentos antes se mostraron crueles, despiadados y llenos de odio.
¿Saben lo que les digo? Deberìan soltarlo, propuso una mujer.
Es verdad. Es verdad-asintiò alguien.
¡Soltadlo! -rugiò la multitud.
Entonces, el hombre orgulloso y despiadado que aborrecìa a la muchedumbre hacìa un instante, se echò a llorar, y cubrièndose el rostro con las manos , pasò entre la gente, sin que nadie lo detuviera.
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