sábado, 26 de septiembre de 2009
viernes, 25 de septiembre de 2009
lunes, 21 de septiembre de 2009
Paty era una mujer de armas tomar y Roberto era un patan. Ambos se conocieron por celular cuando él la llamó para solicitar sus servicios. Eran las 9:30 de la noche de un sábado cualquiera, esos qu apenas uno quiere vivir. Sus pasos impacientes deambulaban en circulos mientras esperaba la aparición de ella por la puerta principal de su edificio en la Av. del Ejercito. Pancho, el vigilante había coordinado con él para avisarle en que momento llegaría la damita.
En su casa de Lurigancho, Paty s pintarrajeaa la cara con un carmin casi gastado, se puso panties y un short de esos bombochos que ahora estan de moda, le quedaba holgado y apenas se veía sexualmente apetecible. Sus cabellos eran marrones, algo anaranjados en verdad, su piel tersa pero cobriza, de ese color que abunda en el Perú. Su hijo esa noche se quedó con Justinacha, su vecina que la cubría cada noche que se ganaba la vida con el sudor de su frene, y de su vientre.
Apenas bajo del omnibus divisó el edificio y un oscuro viglante empezó a mirarla exhaustivamente. Casi con media cuadra de distancia le grito.
- ¿Ud. busca a Roberto Peña?
- (¿Ud?, jaja. Negro tonto) Sí, sí. ¿Es aquí?
- Ni mas, ni menos señorita.
- (Negro patán) Gracias.
Entró al ascensor, piso 9 y a soltarse los calzons mija, hay que trabajar para comer.
Como todas las noches finjió, se revolcó pero nunca besó a su acompañante. Entro a la ducha sola y se quedó allí hasta que Roberto s durmiera.
Roberto era un patán, pero de esos que tienen relaciones cada vez que en el Perú se hac justicia. No habpian sido pocas mujeres, pero Paty le fascinó.
A la mañana ambos bajaron juntos y - ¿tomados de la mano? - cruzaron hacia la pastelerpia de en frente. Le compró uno de esos conos con manjar, para llevar. Ella se plantó en el paradero a esperar el micro. ¿El la seguía? Subieron juntos, él pago el pasaje de ambos y se sentaron en asientos separados.
Quince minutos después se pudieron sentar juntos. Él la abrazó - ¿Qué hace?? - y ella se incomodpo un poco.
- ¿Podré llamarte todos los sabados para hacer lo mismo?
- Nunca tanto querido, nunca tanto.
A Roberto lo vi bajar en Pershing y volver caminando a su casa.
sábado, 19 de septiembre de 2009
Una prosa
que se disfraza de verso
pues en el mas acá
-sencillamente-
una diosa
no es necesariamente
una diosa
por eso hay que aclarar
que en la burguesía limeña
una diosa
podría ser otra cosa,
quien sabe si valga la pena
decirlo,
pero por lo menos
aquella diosa,
que desliza sus dedos
por su cabello
como si fuera un tobogan
o que lanza un hilo de voz
que es la metafora de la miel
o que te ciega con su luz
que es la antitesis de lo natural
o simplemente que te da a conocer
un te quiero sin plenitud
-que importa-
que es todo simil con
en el Edward que escribe,
es aqui
aqui, en el hueso trasmutado,
sencillamente tu.
"Lamentamos decirles que quizas esta sea la ultima inspiracion, por decición irrevocable de la DIOSA"
domingo, 13 de septiembre de 2009
I
No existe crimen perfecto. Todos son por propia naturaleza defectuosos, tullidos, es decir imperfectos.
El gorila negro había llevado una infancia muy dolorosa. Vivía atormentado por los crímenes que sucedieron en las épocas del terrorismo. Recuerda todavía con mucho temor que los “terrucos” entraron una madrugada a su casa, y pese a todo ruego violentaron contra su padre y contra su hermano. Al final terminaron matando a todos, menos a él y también violaron a su madre. La única descripción que nos puede dar del asesino es que era un gorila de tez blanca, alto y muy fornido, no le pudo ver la cara porque llevaba un pasamontañas. ¿Pero por que fue él el único sobreviviente? Pues él se escabullo por debajo de un mueble grande y nunca se enteraron de su presencia. Era por eso que llevaba un trauma psicológico insuperable, había consultado a varios especialista, pero ninguna pastilla, ni mucho menos cualquier método le habían podido ayudar. Además desde niño, según su expediente, fue ermitaño, nunca salía jugar futbol con sus otros compañeros, ni mucho menos anduvo en cortejos con alguna gorila, en casa tampoco conversaba con sus padres, los quería demasiado, pero era de pocas palabras, siempre andaba encerrado en su cuarto jugando con sus armas de juguetes y viendo series de asesinatos, las caricaturas le aburrían, otra cosa que también le interesaba mucho eran las cosas paranormales, las llegadas de los supuestos extraterrestres, era a ciencia cierta un niño heteróclito. Casi no sabía nada de él hasta hace unos pocos años, donde decidió por cuenta propia aparecer en las primeras planas de los distintos panfletos y periódicos.